miércoles, 10 de junio de 2009

¿Marcadores de copas?



Hoy he cogido un catálogo de una tienda, y veo un anuncio de "marcadores de copas". No he podido evitar sonreir al verlo. Pero vamos a ver, quién fue el "iluminao" que inventó estas cositas. Imagino que cuando fue a patentarlo pondría algo así como " cosa " sí, sí, "cosa", en fin, eso "cosa que se pone en una copa para distinguirla de las demás y en una reunión donde hay mucha más gente puedas reconocer tu copa aunque la pierdas". Digo yo que sería algo así, que no tiene más. Pero si nos paramos a pensar ... vamos a ver. Seamos realistas ¿sirven esas cositas, esos marcadores de algo?


Vamos a recordar alguna de las reuniones que hayamos tenido ultimamente, por ejemplo, con la familia. Uno está en casa, come, toma el café y la sobremesa se alarga con una copa. Bien, tenemos todos los ingredientes, copas y mucha gente. ¿ son necesarios los marcadores? Si estamos sentados, tranquilamente, me tomaré una, dos como mucho, tres si ha venido mi suegra ...


Claro, que alguno dirá: No hombre si esto es para una reunión con mucha gente, que se ponen de pie, que bailan ... ahhh. Bueno, entonces hablamos de una fiesta, vamos lo que antaño era un guateque ¿no?. Vamos que los padres se van de casa y dicen los listos de turno "que no hay nadie en mi casa, vamos a hacer una fiestuqui", o en un piso universitario ... claro, claro, aquí sí que sirven los marcadores de copas ¿no? Mucha gente, una fiesta - que no una reunión - y alcohol. Porque aquí la cantidad sí que importa. Si recordamos cualquiera de las fiestas de este tipo donde hemos estado ¿ creeís realmente que estos marcadores hubieran sido efectivos ? Vale, tú llegas a la fiesta, te pones una copa y te colocas el sol amarillo en el borde. Genial, esa es la tuya. Entonces ¿ qué puede pasar ? Pues puede pasar que se te vaya el santo al cielo con la copa, que como es la primera bebes poco a poco, y que como hace un calor inimaginable, en un breve ratín deja de ser una copa para ser un cubata auguado. Con lo que lo dejas en cualquier sitio, y discretamente quitas el solecito amarillo, claro, es que si lo dejan van a saber que es tuyo, y vas a tener al pesadito de la fiesta, que fue el que trajo los marcadores toda la noche detrás tuyo diciendote "ey, que el solecito amarillo es el tuyo". Claro. Así que vas a por otra copa. Le colocas tu solecito amarillo, y esta entra mejor, bien, qué rico y fresquito que está, una charla por aquí, un baile por allá. Esta buenísimo y te lo pules en un plis, así que el solecito tampoco ha cumplido su función. Pero tú sigues con él. Y ya vamos al tercero, aquí la cosa ya empieza a coger forma, y digo forma porque el sol empieza a mirarte con ojos melosos, le coges cariño ... tanto, que vas al baño y te lo llevas, no vaya a ser que te lo levante alguien ... es tan bonito ... Y no solo lo dices tú, también el medio morao que empiezas a llevar, claro. A partir de ahí, llegan el cuarto, el quinto... no sigo. No sigo porque a partir del sexto por mucha memoría que hagamos no recordaremos ya la fiesta. A esas horas de la noche, con esos cubatas en el cuerpo ... seamos realistas : beberemos de la copa que tenemos en la mano, dará igual el cacharrín que lleve. Con 6 o 7 cubatas en el cuerpo, si dejamos unos segundos el cubata sobre la mesa, al volver ¿realmente lo recordaríamos ? A ver, el mío era ... el sol naranja, no.. la luna azul .. sí ,eso, pero estaba lleno el mío ( siempre creemos que está lleno) ... era, era ... la flor roja, ese era, está claro ... joder ... Y claro, para evitar conflictos, ya que en un alarde de prudencia no queremos que nadie se moleste por haber cogido "su" copa marcada. Acabamos cogiendo ... el que no tiene nada.

En fin, que las fiestas son para dos, para uno mismo y su copa, y si hay que poner algo a la fiesta, al menos ..... que sea un ligue.

2 comentarios:

Carlos Mendez dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Carlos Mendez dijo...
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