sábado, 15 de noviembre de 2008

Decisiones infantiles


Y es que los niños toman decisiones extrañas. Hace unos días mi hijo pequeño, de poco más de un año decidió que el móvil de su padre estaba sucio y lo metió debajo del grifo. Hoy mi hija de 3 años y medio ha decidido que era buen día para ir a desayunar vestida de Bella. Iba ella toda monina con su vestido y su capa blanca. Preciosa. Y claro, eso ha hecho nacer en mí una extaña envidia sana. ¡Qué maravilloso ser niño! Pero por una simple razón, uno puede hacer lo que le apetece. ¿ Os imagináis que pudieramos vestirnos como quisiéramos ? Pero no a la moda, no, sino cómo realmente quisiéramos. Yo me vestiría de "sisí emperatriz" los domingos, me encantan esos vestidos, esos escotes ... además iría en bambas, qué comodidad y como no se ven ... Normalmente en chandal, y cuando me arreglara iría estilo años 60, o como Jackie Kenedy, qué estilazo. La época medieval también me encanta, el traje de mesonera es muy bonito. Qué fantasía tan estupenda. Sin embargo no es posible, los privilegios de los niños se quedan allí, en la infancia. Dados cuenta de que pueden hacer lo que quieran cuando quieren : si no les cae bien alguien y no dan besos de despedida no pasa nada; pueden ir por la calle y decir, "papi, ese señor a tirado un papel al suelo" sin que parezca fuera de lugar; si tienen sueño duermen; si tienen hambre piden comida, y comen. Pero cuando creces, todo cambia: tienes que saludar y ser amable, aunque no te apetezca porque la otra persona es una malcarada; si ves a alguien haciendo algo como dejando que su perro haga sus necesidades en medio de la calle, pues nada, a callar; si tienes sueño en una reunión te aguantas; si tienes hambre en una comida vegetariana de negocios, pues sigues con hambre ... Es decir, que crecer significa dejar de ser uno mismo, dejar de ser sincero, dejar de cubrir necesidades. Tenemos que cambiar para adecuarnos a unas normas sociales y a veces antinaturales. Pasamos a ser hipócritas para ser correctos con los demás y lo dejamos de ser con uno mismo. Dejamos de observar y disfrutar de nuestro entorno para pasar a formar parte de él de una manera correcta, sin destacar y siendo aceptados. Pues nos aceptara una sociedad, pero quizás crecer atiende a demasiados criterios, abarca demasiadas habilidades. Quizás crecer tendría que ser solo aprender a respetar y ser respetado ¿no?. Qué estupendo poder ir a trabajar vestida de charlestón ... maravillosos años 20.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Adoro la actualización porqué tiene razón.
¿Cuántas veces habremos deseado lo mismo "volver a nuestra infáncia"?
Personalmente es la etapa más feliz de la vida de una persona y hablando de este tema no hace más de una semana con una amiga mía vi que era una opinión compartida.

Aunque no todo se pierde en la infancia.Con madurar alcanzamos la comprensión de conversaciones que de críos no podíamos entender y podemos llegar a amar a alguien de una manera inimaginable para las criaturas.

Y de vez en cuando también podemos ser nosotros mismos a pesar de tener responsabilidades.
"Una vez al año no hace daño".


Ester Gómez Imbernón

David.Monter dijo...

La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con que jugaba cuando era niño

grande Nietzsche.

poco extenso, prefiero política jajaja

Mónica dijo...

Sin palabras David, gran frase.

Pol Mata dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

-Un mundo aún por descubrir-

Es ley de vida.
Cuando vemos a un niño divirtiéndose con qualquier cosa, esa sonrisa permamente que tienen en la cara, esa inocencia que muestran hacia lo desconocido...Pensamos en nuestra propia infancia. Nos produce nostalgia, un sentimiento de sufrimiento y añoranza por un pasado, donde lo que nos pasaba alrededor nos daba igual, lo que nos importaba, era ser feliz.

Pero lo bonito de la vida, especial y peculiar de ella es ir aprendiendo, y adquirir experiencia. Saber ser niños cuando somos adultos. Ser feliz con lo que tengamos, tener una sonrisa permamente en la cara, levantarnos cada día pensando que puedo hacer para aportar felicidad, a este mundo envuelto en guerra y disputas, en fin, intentar hacer un mundo mejor entre todos.

En conclusión, ser feliz en todo momento.

Pol Mata