jueves, 28 de agosto de 2008

Dios bendiga a los "guiris" ellos están siempre descansados

Hace unos años tuve la suerte de conocer Finlandia en bici, eso nos permitió no solo ver y admirar los paisajes, sino también conocer las gentes y su cultura, ver cómo viven, cómo sienten, cómo son realmente y no cómo te dicen las guías para turistas. No fueron pocas cosas las que me sorprendieron, bueno, básicamente una : lo civilizados que llegan a ser. Habían cosas que incluso resultaban cómicas: podías ver cómo la gente a pesar de no venir ningún coche en una larga recta esperaban hasta que el muñequito se ponía en verde, eso sí, entonces pasaban sin mirar; o ver en los parques de los pueblos juguetes que los niños utilizaban y luego dejaban allí para otro niño, esos juguetes los ponían los ayuntamientos; o encontrar nuestra preciada mochila roja con toda la documentación y dinero en un Mac Donals diez minutos después de haberla olvidado, es más, un grupo de chavales la apartó, no la cogieron ni la miraron, la razón era simple : no era suya. Allí nadie se llevaba lo que no era suyo, pues no era lo normal. Impresionante ¿sabéis cómo pásabamos las tardes ? Dejábamos las bicicletas cargadas, con todo el materíal : las alforjas, los mapas, los guantes y las gafas encima del sillín, y pasábamos el rato mirando a cierta distancia cómo la gente pasaba y no tocaba nada, bueno, en una ocasión se cayó un guante y un señor se paró a cogerlo y colocarlo en su sitio. Impactante ¿no?. Allí, al menos por aquel entonces, no habían cámaras de seguridad, pues delegaban en ti la presunción de inocencia, daban por hecho que no ibas a llevarte nada por lo tanto podías pasearte por la tienda y tocarlo todo sin tener la sensación de que te están vigilando.
Fue la primera vez en mi vida que sentí que éramos tercermundistas. Me dio vergüenza, porque se veía todo tan natural, tan normal. Aquí sin embargo, nada de eso ocurre. En una ocasión, en el metro vi cómo una extranjera llamaba la atención a unos jóvenes por tirar papeles al suelo, tuvo suerte de que solo se rieran de ella, podían haberle soltado una fresca que por desgracia hubiera entendido.
Pues bien, hoy he recordado todo aquello al tener que aguantar la mirada de unas 6 personas jóvenes, la mayoría que venía de la playa, cuando al entrar en el autobús con mi hija dormida en brazos - y no levantarse nadie- he tenido que decir :
- ¿Me permite alguien sentar? Es que voy con la niña y ...
Y en ese momento he sentido vergüenza ajena, no han tenido pudor, jóvenes y no tan jóvenes en seguir con sus holgazanes culos pegados en el asiento - ahí se les llenen de almorranas- en mantener la mirada y no levantarse. A Dios gracias, un guiri, un inglés que seguro no entendía nada de lo que yo decía, se ha levantado en dos segundo y me ha ofrecido el asiento. Debe de ser que ellos están siempre descansados. Aunque bueno, los de aquí, sabían de cultura europea, porque se han hecho muy bien los suecos.

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