jueves, 28 de agosto de 2008

Da miedo. 153 muertos.



153 muertos. Da miedo, miedo y tristeza ¿ cómo pueden pasar cosas así ?. 153 vidas segadas, 153 historias truncadas, 153 familias destrozadas, 153 lamentaciones, 153 " y si ", 153 desconsuelos, 153 perdones que ya solo se dirán en sueños, en la iglesia, en monologos interiores , 153 "te quiero" que llegaron tarde, 153 disculpas que nunca se dijeron ... Demasiadas cosas pendientes para quedar en el tintero de 153 personas que se iban a descansar, a trabajar, de 153 personas que estaban viviendo.
No he querido ver muchas noticias al respecto, aunque es díficil. Pero imagino lo que está pasando, imagino lo que se está diciento. Se buscan responsables, buscamos razones, buscamos culpables, pero lo que más buscamos son explicaciones, y por desgracia estas cosas no se explican. Solo pasan. Con el tiempo se sabrá, quien sabe, que hubo alguien, a lo mejor no fue uno solo, quizás fue un grupo de personas que pasó por alto un detalle, algo que hizo que el avión comenzara su vuelo sin el 100% de garantías de que todo fuera bien. Un error humano, como el que opera habiendo obviado una alergia a un medicamento, o el que deja en libertad a un violador por no haber firmado en su momento un papel crucial para su encarcelamiento. Alguien se equivoca, porque puede pasar y muere gente. Y es que creo que hay trabajos demasiado mal pagados y demasiado mal castigados. La responsabilidad de un médico, de un juez, de un mecánico de aviones es alta, es una gran carga a soportar, que no está reconocida como debiera, ni castigada su negligencia como tendría que estar. O a lo mejor , después de muchas investigaciones, quien sabe, concluirá un informe en el que diga que fue un accidente, que estas cosas pueden pasar, que es muy improbable, pero que ha pasado.
Aunque en realidad, dará igual lo que haya pasado "mi padre quiso bajar de ese avión". " mi hermana huía de su marido que la pegaba", "eran cuestiones familiares y yo no quería ir" podría decir un marido, una esposa ... las lamentaciones son muchas y da igual si no tenemos, las inventamos. Cuando la muerte decide arrasar, así, sin avisar, sin ni tan solo poderlo imaginar, nuestro cerebro, nuestro corazón y sobre todo nuestra necesidad de supervivencia inventan lo que haga falta para cubrirnos de un extraño velo que nos protege. No sabemos ni siquiera de qué, pero nos sentimos más aliviados cuando tenemos un lugar donde dirigir nuestra ira. Todo vale, un "quizás", un " y si", un ... una salida.
Y hay que creer en Dios, y yo, que soy creyente, en estos momentos me pregunto dónde está, y yo que bendigo la mesa, que doy gracias cada día, que en la iglesia me siento querida y resguardada, le pregunto ¿cómo permites que pase esto? Y el silencio me envuelve porque no consigo siquiera imaginar una respuesta. Entonces llega la fe. La fe en Dios; en el destino; en una Virgen ; en "lo que tiene que pasar pasa"; en un Santo ; en "me maldijeron". Podemos llamarlo como queramos, religión, destino, supertición ... da igual somos seres humanos, tenemos sentimientos y necesitamos aferrarnos a algo. Por desgracias han sido 153 familias las que se han tenido que aferrar a ese algo de golpe. Porque la realidad es que no estamos preparados para esto, no se nos prepara para vivir sin encontrar pareja, para no tener hijos, para morir cuando "la naturaleza" no nos ha llamado aún. Socialmente no pensamos que estas cosas pueden pasar, y pasan. Y cuando ocurren solo podemos decir " estoy aquí para lo que haga falta, mi más sinceras condolencias".

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