lunes, 18 de mayo de 2009

La maldición de ser maestro ... las vacaciones.


Ahora que llegan el final de curso, el calor, y los ánimos ya en reserva llega en consecuencia también la parte más dura del curso. Es hora de poner en la parrilla todo el trabajo realizado y comprobar si las cosas han salido bien ... alumnos a los que les cuesta, alumnos a los que no les cuesta pero no quieren, alumnos que quieren pero no pueden familiarmente ... La realidad es que es una época muy dura. Tras nueve meses de duro curso, de entrevistas familiares, de charlas adolescentes, de broncas infantiles ... tras nueve meses luchando en trinchera, solo tienes ganas de esconderte tras la nada y no volver a ver a una personita menor de 18 años y que no sea tuya en un largo tiempo. Ser maestro/profesor no es fácil. No es fácil tratar con 30 enanitos que están aprendiendo a vivir; no es fácil relacionarse con 30 adolescentes que están aprendiendo a sentir; no es fácil ayudar a 30 jóvenes que empiezan a saber lo que quieren pero no saben como lograrlo. No es fácil dejar de lado tus sentimientos para mantenerte firme ante unos individuos que están pidiendo a gritos que les digamos cómo se tienen que comportar; qué tienen que hacer; cómo tienen que estudiar. No es fácil hacer de tripas corazón tras una mala noche con tu padre, tu pareja, tu hermano, tus amigos ... y sonreír con un buenos días y hacer como si no pasara nada, porque son niños ... no compartirmos nuestro esfuerzo ni nuestro sacrificio con adultos que pueden entender que en un momento dado no nos apetezca hablar, ni siquiera ser educados. Tratamos con pequeñajos que nos tienen como ejemplos de templanza, educación, respeto ... Y eso es muy duro. Es sí, es vocacional, y creo que no me equivoco cuando digo que quien es profesor disfruta de todas y cada una de las horas que compartirmos en el aula. Porque amamos nuestro trabajo, y nos dejamos la piel en él, con mayor o menos fortuna, pero con toda la voluntad del mundo.

Qué pena que sobre nosotros caiga la maldición de las vacaciones. Qué pena que a a pesar de nuestro trabajo no seamos merecedores por parte de la sociedad de casi un mes de descanso remunerado ( y no todo el profesorado lo tiene ), además del mes de vacaciones. Qué pena que cuando llega Navidad, Semana Santa, verano nadie comente lo necesarias que son las vacaciones para el profesorado y sí "cuantisimas vacaciones tienen ...". Qué pena que nadie se ponga en nuestra piel y sepa que quizás no tenemos ni más ni menos el descanso que necesitamos para enfrentarnos durante nueve meses a sensaciones, sentimientos, malos días, alegrías, desengaños ... porque como otros trabajos trabajamos con personas, con personitas, con el futuro...
Qué cansada estoy de oír qué bien vivimos los profesores, sin que apenas nadie se plantee qué es lo que pasamos cada día para que los peques vayan avanzando intelectualmente y emocionalmente cada año un poco más ... menos mal que de vez en cuando, aún aparece un alumno que le lleva una manzana a la maestra arrancándole una sonrisa y recordándole que su trabajo no cae en saco roto, que hay alguien que cree que se merece esa manzana ... o esas vacaciones.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

essesEsta es la desgracia que el profesorado comparte con los entrenadores de fútbol. Todo el mundo sabe la alineación necesaria para ganar ese partido que se perdió, todo el mundo es capaz de idear una estrategia lanzando a los jugadores por las bandas "por que se veía que por el centro estaba muy cerrado el daversario.
Pero el único que realmente tiene la responsabilidad, blanco de todas las críticas , es el míster. Un héroe cuando consigue una victoria y el mayor delincuente cuando cosecha una derrota.
Lo mismo ocurre en la docencia. Todos saben, todos opinan, "al niño es necesario explicarle las cosas", "hay que razonar con el alumno", "ante un caso como ese lo que hay que hacer es ..." y la frase más lapidaria de todas "mi hijo no hace eso".
Miren Sres. Padres su hijo escondido en la masa de un aula es capaz de hacer eso y más, el docente no puede negociar una salida razonada con treinta alumnos, pues necesitaría no una hora, sino un día entero; y para acabar quien está realmente en el combate diario, en la verdadera trinchera, no es otro que una persona cuya vocación es puramente pedagógica, es decir de guiar al alumno. Y que se enfrenta a esa situación en la más absoluta soledad, como el torero ante el toro, o el portero ante el penalty. Teniendo en cuenta que este portero detiene treinta penaltys a la hora.
Y por último, simpre, e imagino que en tiempos de crisis como los que corren las reivindicaciones se dejan en un segundo plano; siempre, decía, se critican las vacaciones del profesorado. Mi pregunta es ¿qué maldición gitana prohibe al resto de los mortales reivindicar unas vacaciones como las de los docentes? ¿Esa maldición se llama cobardía? Seamos valientes como el mister que presenta una alineación, el torero que se enfrenta al toro, el portero que en la más absoluta soledad le dice al delantero "no conmigo" o al profesor que diariamente contra viento y marea decide que hoy intentará que sus alumnos sean mejores personas que ayer.

Sócrates, el peripatético

Anónimo dijo...

Muy de acuerdo en la exposición global, que no con la parte final, y me explico.
Cada cual en su profesión se supone que aúna capacidades con vocación para desarrollar sus tareas diarias y es evidente que cada cual con mayor o menor fortuna y con mayor o menor responsabilidad.
Unos formando personas, otros dirigiendo personas, otros salvando vidas a personas y quienes simplemente sirven a las personas, considero que cada cual se enfrenta diariamente, semana a semana y mes a mes a las mismas realidades y difucultades personales, con independencia del entorno profesional en que desarrolle su actividad y responsabilidad profesional.
Sin embargo el "burn out" no nos es compensado a todos los profesionales de igual medida, en forma de descansos prolongados durante dos meses en verano, 2 semanas en Navidad y los que incluso gozan de semana blanca, además de la Semana Santa.
Existen otros colectivos con periodos o convenios vacacionales igualmente "especiales" en los que no voy a entrar, pero sí me llama poderosamente la atención que se intente justificar, al profesorado, de la realidad de disponer de un prolongado periodo vacional en rango anual con una relación causa-efecto, que de existir lo sería por analogía con un amplio abanico de profesiones que no disponen de tamaño periodo de "descanso".
Es así porque siempre fué así, más pensando en el descanso de los alumnos que en el de los maestros. Así nos luce el pelo al nivel académico de los paises a los que nos queremos parecer...

Mónica dijo...

Entiendo entonces que el error está en que una serie de profesionales tienen menos descansos de los que se merecen. Así, luchemos por igualar en descansos en lugar de perder la fuerza por la boca tratando de criticar lo que en realidad todos creemos que merecemos.
Y esos países con los que nos comparamos tienen 195 días de clase como es el caso de Finlandia, exactamente igual que nosotros, la diferencia estriba en el concepto y en el respeto social que se tiene por la figura del maestro, equiparable a un agente de la autoridad o un médico. Eso sin entrar en el salario que dicha figura merece, hasta más del doble de lo que cobramos en España. Nada tiene que ver las horas con la calidad. Sino más bien, la dedicación con la calidad. Mientras nosotros dedicamos mucho tiempo a ganarnos el respeto de los alumnos ellos dedican todas las horas a transmitir sus conocimientos, que al fin y al cabo eso es lo que somos, transmisores de cultura con mayor o menor pedagogía.